SENTIDO DEL VIAJE

"... A menos que esté fija, destinada a la repetición perpetua, la vida es movimiento, desplazamientos; sobre todo con la época actual, en que la aceleración de los cambios nos pone frente a los ojos de un mundo constantemente remodelado que obliga a redefinirse sin descanso el lugar que uno ocupa en él, los puntos de referencia que le dan sentido". Michele Pétit.

domingo, 6 de octubre de 2013

CARTA DE PENÉLOPE A ULISES

ÍTACA, HEPTANESOS – ISLAS JÓNICAS


Estas líneas te las envía tu esposa Penélope a ti, Ulises, que tanto tardas. Pero no me escribas ninguna respuesta, ven tú en persona.

¡Ojalá las encrespadas aguas hubieran sumergido al adúltero[1] cuando navegaba con su flota rumbo a Lacedemonia! No me hubiera acostado yo, helada, en lecho sin compañía, no me quejaría en mi abandono del lento correr de los días, ni fatigaría mis manos de viuda en lienzo colgante, mientras intento engañar con él las horas largas de la noche[2]. Cosa es el amor llena de temor angustioso. Imaginaba que los troyanos violentos iban a ir contra ti. Al oír el nombre de Héctor[3], palidecía siempre. En suma, siempre que alguien era degollado en el campamento aqueo, mi  corazón de amante se ponía más frío que el hielo.

Pero la divinidad justa tuvo buen cuidado de mi casto amor. Troya se ha convertido en cenizas, escapando sano y salvo mi marido.

Tú, sin embargo, a pesar de la victoria, permaneces lejos y no me es dado saber cuál es la causa de tu retraso o en que rincón, ¡oh, más duro que el hierro!, te escondes.

¿Qué tierras habitas o dónde te demoras lejos de nosotros? No sé qué temer; aun así lo temo todo. Todos los peligros del mar, todos los de la tierra, sospecho, son motivos de tu larga tardanza, o acaso, ¿seas cautivo de un amor extranjero? ¡Ojalá me equivoque y esta acusación se desvanezca en los aires ligeros! ¡Ojalá no sea tu deseo el de estar lejos, pudiendo regresar! Todo el que dirige su popa extranjeras hacia estas costas, se marcha de aquí no sin antes haberle hecho yo muchas preguntas sobre tu persona. Y se le entrega un papel, escrito con estos mis dedos, para que, a su vez, te lo entregue a ti,  si te viera en algún lugar[4].

Mi padre Icario me insta a dejar el lecho de viuda e increpa constantemente mi prolongada tardanza. ¡Que siga increpándome, si quiere!, yo, Penélope, siempre seré la esposa de Ulises. Pretendientes de Duliquio y Samos, corren en mi busca y dan órdenes en tu palacio sin que nadie se los impida[5], destrozan mis entrañas y tus riquezas. Pero Laertes, ya inútil para las armas, no puede mantener tu reino en medio de enemigos, y tampoco yo tengo fuerzas para expulsar del palacio a nuestros enemigos. Apresúrate tú, puerto y altar de los tuyos. Piensa en Laertes: está aplazando el último día de su destino para que, cuando llegues, le cierres los ojos. Tuya soy…
Penélope.    

Editado de: Heroidas de Publio Ovidio Nasón.
         Alianza Editorial, Madrid 1994.
Introducción, traducción y notas: Vicente Cristóbal.




[1] Paris, raptor de Helena, casada con Menelao.
[2] Es el famoso sudario de Laertes que Penélope tejía de día y destejía de noche para alargar su espera y engañar así a los pretendientes, pues había prometido elegir marido de entre ellos terminara de tejerlo.
[3] El hijo de  Príamo, principal baluarte de los troyanos.
[4] Ovidio se preocupa de la verosimilitud. Resultaría absurdo presentarnos a Penélope escribiendo una carta a Ulises, si no sabía su paradero.
[5] Los pretendientes de Penélope procedían de las islas cercanas.

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