y tembloroso, dije: «La vida es pura y bella».
Entre sus cejas vivas vi brillar una estrella.
El cielo estaba azul y yo estaba desnudo.
y de Belerofonte logré seguir la huella.
y yo, fuerte, he subido donde Pegaso pudo.
¡Yo soy el caballero de la humana energía,
yo soy el que presenta su cabeza triunfante
coronada con el laurel del Rey del día;
domador del corcel de cascos de diamante,
voy en un gran volar, con la aurora por guía,
adelante
en el vasto azur, siempre adelante!
Rubén
Darío
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