SENTIDO DEL VIAJE

"... A menos que esté fija, destinada a la repetición perpetua, la vida es movimiento, desplazamientos; sobre todo con la época actual, en que la aceleración de los cambios nos pone frente a los ojos de un mundo constantemente remodelado que obliga a redefinirse sin descanso el lugar que uno ocupa en él, los puntos de referencia que le dan sentido". Michele Pétit.

martes, 27 de junio de 2017

PELÍCULA TROYA Vs. ILIADA DE HOMERO

Por: Andrés Reinoldes Giraldo Balcázar

La película Troya, dirigida por Wolfgang Petersen (2004), plantea de entrada la perspectiva griega al darle supremacía a Aquiles, hijo de Tetis, y aclamado guerrero salvador de su pueblo. Ejemplo de esto es la batalla contra Tesalia, ciudad griega donde el gigante Boagrius amedrenta al ejército liderado por el terrible Agamenón, quien  llama a Aquiles para que le dé muerte.

En adelante, la historia transcurre de manera similar a como la conocemos: la relación entre Troya y Esparta, el amor de Paris y Helena, el rapto y su consecuente guerra, con la alianza de los reyes y ejércitos de cada ciudad egea. Sin embargo, en Troya se dan giros respecto a la Ilíada de Homero y otras versiones más cercanas a su epopeya:

Uno de ellos es la batalla entre Paris y Menelao. Afrodita no influye en este encuentro de manera evidente, pero Paris huye a esconderse en los pies de su hermano Héctor, donde Menelao se dispone a matarlo, recibiendo la espada del caudillo troyano para impedir que el griego acabe con la vida de su hermano. La muerte de Menelao es un giro inesperado que justifica la sed de venganza y ambición de Agamenón por conquistar Troya, para lo cual Aquiles, muy a su pesar, es indispensable.

Otro cambio respecto a Iliada es que en el arribo a Troya, Aquiles precede con su ejército al resto de la flota griega y conquista la playa en que está ubicado el templo de Apolo donde Briseida, prima de Héctor y Paris, es sacerdotisa del dios solar. El orgullo y deseo de Aquiles por ser reconocido como un héroe legendario le hacen actuar de forma salvaje contra los troyanos hasta el momento en que Agamenón le roba a su amada Briseida. Indignado, Aquiles deja de pelear. Y de nuevo lo conocido: Patroclo lucha con su armadura y muere a manos de Héctor, quien lamenta haberlo confundido con Aquiles. De mala gana e interesado por conquistar Troya, Agamenón devuelve a Briseida a Aquiles, pero este, lleno de cólera, luchará por venganza.

Luego vendrá la lucha espectacular entre Aquiles y Héctor donde este muere. Troya sigue resistiendo hasta que los griegos construyen el caballo de madera con el que ingresan a la ciudad, la saquean y destruyen. Contrario a lo cantado por Homero en Ilíada, en esta versión Aquiles está vivo en este acontecimiento, pues de lo que se trata es de coronarlo como héroe. Recordemos que, según Homero, Aquiles muere en el séptimo año de la guerra y, por lo tanto, no participa de la toma final de Troya. En medio de la matanza, Aquiles busca a Briseida, quien acaba de asesinar a Agamenón. Cuando Aquiles la encuentra, Paris aprovecha para dar muerte al griego, clavando una flecha en su talón y otras en el resto de su cuerpo. Paris huye con Helena y parte de su pueblo por un túnel secreto que los sacará al monte Ida.

Troya arde en llamas. Odiseo nos recuerda esa famosísima historia.

martes, 17 de enero de 2017

OTRA CAZADORA


Por: Andrés Giraldo Balcázar

Vi la luz del día
cuando me asomé a sus ojos.
Y el pétalo, la línea del horizonte en sus labios.
Hallé ocasos en la plenitud de su frente,
iluminada por la sabiduría forjada en la fragua más pura.
Una luna, o el canto cíclico
de las aves al adivinar su rostro
en el que el cielo dibujó una estrella oscura.

Lanzó flechas sobre mí, me vulneró,
al repetir en segundos la alegría impetuosa de la eternidad.


HELENA

Por: Isabella Guzmán Giraldo

Oscura y cercana, no temeraria del día.
Sucedes en cada instante.
Melancólico olor de risas, intacta vulneras mis días.

¡Oh, cólera infinita! ¡Llanto intolerante del Olimpo,
desgracia troyana, maldita belleza fausta!
Manchaste con fuego la indigna tierra.

Alma en pena, castigo inmortal de los aqueos,
caminas ligera en el correr de mis penas.
Brillante como el oro, dueles en el  soplar del viento.

A pesar del estigma de mi patria por el dolor que invocaste,
sigues siendo llama única y anhelada;
solo tú, Aquea, que gobiernas el desastroso Hades.
Mi perenne Helena, reina que sutilmente hieres.