Calístrato
También
con Atlante rivalizó Heracles, demostrando que podía sostener el cielo mejor
que él, y no lo por mandato de Euristeo. Vio que Atlante estaba encorvado y
agobiado por el peso, que se apoyaba sobre una rodilla y apenas podía tenerse
en pie; entonces pensó que él podía sostener la bóveda celeste y mantenerse
erguido durante mucho tiempo. Pero no reveló este rasgo de orgullo, sino que
simplemente dijo que compadecía a Atlante y que de buena gana compartiría la carga con él. Este recibió con tanto
agrado la propuesta de Heracles, que le suplicó que pusiera manos a la obra.
El
cuadro muestra a Atlante completamente agotado, como puede inferirse por el
abundante sudor que de él mana, por el temblor de su brazo. Heracles, en
cambio, arde en deseos por intervenir en la prueba. Lo demuestra el aspecto
anhelante de su rostro, la clava tirada por el suelo y las manos que reclaman
la prueba. No merece la pena detenerse a admirar el vigoroso sombreado del
cuerpo de Heracles, pues las figuras yacentes y las que están en pie son
fáciles de sombrear, y su exacta representación no exige particular destreza.
Las sombras de Atlante, por el contrario, muestran mucha mayor habilidad, pues,
al tratarse de una figura agachada, se mezclan unas con otras y no tiñen ninguna
de las partes salientes, dejando iluminados los contornos de las zonas cóncavas
y entrantes. Pese a estar Atlante inclinado, puede vérsele el vientre y
percibirse su respiración. Los cuerpos de la bóveda celeste que sostiene están
pintados en el éter que rodea las estrellas: puede reconocerse un toro, que es el
Tauro celeste, y las Osas que pueden verse en el cielo. De los vientos, unos
están pintados juntos, otros enfrentados, y mientras unos se muestran
vinculados por mutua amistad, otros parecen perpetuar su contienda en los
cielos.
Ahora
vas a sostener por un momento esos cuerpos celestes, Heracles, pero pronto
vivirás con ellos en el cielo, bebiendo y abrazando a la hermosa Hebe, pues te
casarás con la más joven y a la vez más venerable de las deidades, gracias a la
cual los dioses conservan su juventud.
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