SENTIDO DEL VIAJE

"... A menos que esté fija, destinada a la repetición perpetua, la vida es movimiento, desplazamientos; sobre todo con la época actual, en que la aceleración de los cambios nos pone frente a los ojos de un mundo constantemente remodelado que obliga a redefinirse sin descanso el lugar que uno ocupa en él, los puntos de referencia que le dan sentido". Michele Pétit.

domingo, 12 de octubre de 2014

LA EDUCACIÓN DE AQUILES.

Calístrato


1. Cervatillos y liebres, tales son ahora las presas de caza de Aquiles, del mismo héroe que en Ilión capturará ciudades y caballos y ejércitos, y habrá de enfrentarse con ríos cuyo cauce tratará de frenar; y como premio a tanta hazaña se llevará a Briseida y a las siete doncellas de Lesbos, junto con oro, trípodes y prestigio ente los aqueos. En cambio, aquí la recompensa por las gestas realizadas junto a Quirón consiste en manzanas y miel y tú, Aquiles, bien te contentas con tan pequeños regalos, tú que un día desdeñarás ciudades enteras y emparentar con Agamenón. El Aquiles que lucha en el foso, el que con su sola voz pone en fuga a los troyanos, el que mata a diestro y siniestro y tiñe de rojo las aguas del Escamandro, el de los caballos inmortales, el que arrastró a Héctor, el que rugió de dolor sobre el pecho de Patroclo, ése ya fue pintado por Homero, quien lo presentó también cantando, orando y recibiendo en su tienda a Príamo.

2. Este Aquiles, en cambio, es una criatura, no consciente aún de su valor, a quien Quirón alimenta con leche, médula y miel y aparece pintado como un niño tierno, pero ya arrogante y ligero. La pierna del niño es recta; sus brazos, largos, hasta la rodilla –brazos de ese tipo son excelentes para la carrera–; su cabellera es suave y está suelta y el céfiro parece entretenerse en revolverla, de modo que, al caer sus mechones de formas diferentes, va cambiando el aspecto del muchacho. Su frente denota ya arrogancia y energía, pero mitigada por una mirada inocente y por unas encantadoras mejillas que esbozan una delicada sonrisa. La clámide que lleva es, según creo, regalo de su madre, pues es hermosa y su color es el púrpura marino con destellos rojos y sombreado con azul oscuro.

3. Quirón lo lisonjea por cazar liebres como un león y por rivalizar en carrera con los cervatillos. Lo cierto es que acaba de capturar un cervato y, dirigiéndose a Quirón, solicita un premio. El maestro se alegra ante semejante solicitud, dobla sus patas delanteras para estar a la altura del niño y le ofrece, sacándolas de su regazo, lustrosas y fragantes manzanas –hasta el aroma parece pintado; también le tiende con la mano un panal chorreante, fruto de la labor de las abejas, pues, cuando éstas encuentran buenos prados, engorda, y entonces los panales se llenan hasta rebosar y las celdillas vierten miel.

4. Quirón está pintado cabalmente como un centauro. No es que sea nada del otro mundo combinar un caballo con un hombre, pero unirlos y hacérnoslo llegar fundidos en un solo ser, de amera que escape de los ojos del espectador dónde empieza y acaba cada uno, lo juzgo propio de un excelente pintor. La gentileza que se advierte en la mirada de Quirón es producto de la justicia que inspira su vida, pero también de la lira, cuya música ha contribuido a civilizarlo. Sin embargo, si Quirón muestra una expresión tan afable es porque, sin duda, sabe que ello tranquiliza a los niños y los alimenta mejor que la leche.

5. Esto es lo que ocurre a la entrada de la cueva. En cuanto al niño que está en la llanura, jugando a montar caballo sobre el Centauro, es el propio Aquiles. Quirón le está enseñando equitación, sirviéndose para ello de sí mismo, e imprime en su carrera un paso que el niño pueda soportar; volviendo a la cara, sonríe a Aquiles, que se divierte lo indecible, y solo falta que le diga: “Mira cómo galopo sin que me espolees. ¡Si hasta soy yo quien te anima a ti! Un caballo de verdad es un animal fogoso y no incita a la risa. Aunque yo te haya enseñado tan delicadamente a cabalgar, oh niño divino, y te hayas acostumbrado a una montura como yo, tiempo vendrá en que llevarás las riendas de Janto y Balio, y entonces conquistarás muchas ciudades y matarás a muchos hombres, dando alcance a todos los fugitivos”. Tales palabras dice Quirón al niño, profetizando cosas bellas y favorables, no como las que diría Janto.

2 comentarios:

  1. Me gustaría saber más de dónde sale este análisis... bellísimo

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  2. ¡Claro! El texto es tomado del libro "Filóstrato el viejo. Filóstrato el Joven. Imágenes. Calístrato. Descripciones". Ed Siruela, Madrid, 1993. El libro es maravilloso por los paisajes mitológicos que proponen sus ilustradores y la lectura intertextual que hace Calístrato a partir de cada imagen. Es un maravilloso viaje al pasado mitológico griego. Gracias por tu comentario.

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