SENTIDO DEL VIAJE

"... A menos que esté fija, destinada a la repetición perpetua, la vida es movimiento, desplazamientos; sobre todo con la época actual, en que la aceleración de los cambios nos pone frente a los ojos de un mundo constantemente remodelado que obliga a redefinirse sin descanso el lugar que uno ocupa en él, los puntos de referencia que le dan sentido". Michele Pétit.

domingo, 23 de agosto de 2015

ATLANTE

Calístrato


También con Atlante rivalizó Heracles, demostrando que podía sostener el cielo mejor que él, y no lo por mandato de Euristeo. Vio que Atlante estaba encorvado y agobiado por el peso, que se apoyaba sobre una rodilla y apenas podía tenerse en pie; entonces pensó que él podía sostener la bóveda celeste y mantenerse erguido durante mucho tiempo. Pero no reveló este rasgo de orgullo, sino que simplemente dijo que compadecía a Atlante y que de buena gana compartiría  la carga con él. Este recibió con tanto agrado la propuesta de Heracles, que le suplicó que pusiera manos a la obra.

El cuadro muestra a Atlante completamente agotado, como puede inferirse por el abundante sudor que de él mana, por el temblor de su brazo. Heracles, en cambio, arde en deseos por intervenir en la prueba. Lo demuestra el aspecto anhelante de su rostro, la clava tirada por el suelo y las manos que reclaman la prueba. No merece la pena detenerse a admirar el vigoroso sombreado del cuerpo de Heracles, pues las figuras yacentes y las que están en pie son fáciles de sombrear, y su exacta representación no exige particular destreza. Las sombras de Atlante, por el contrario, muestran mucha mayor habilidad, pues, al tratarse de una figura agachada, se mezclan unas con otras y no tiñen ninguna de las partes salientes, dejando iluminados los contornos de las zonas cóncavas y entrantes. Pese a estar Atlante inclinado, puede vérsele el vientre y percibirse su respiración. Los cuerpos de la bóveda celeste que sostiene están pintados en el éter que rodea las estrellas: puede reconocerse un toro, que es el Tauro celeste, y las Osas que pueden verse en el cielo. De los vientos, unos están pintados juntos, otros enfrentados, y mientras unos se muestran vinculados por mutua amistad, otros parecen perpetuar su contienda en los cielos.

Ahora vas a sostener por un momento esos cuerpos celestes, Heracles, pero pronto vivirás con ellos en el cielo, bebiendo y abrazando a la hermosa Hebe, pues te casarás con la más joven y a la vez más venerable de las deidades, gracias a la cual los dioses conservan su juventud.